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HISTERIA

 

 

¿A que tiene miedo la histérica? 

 

Al peligro de vivir la satisfacción de un goce máximo, de tal índole que si lo viviera la disolvería, la volvería loca o la haría desaparecer, lo que importa es evitar un estado de plena y absoluta satisfacción. El miedo y la tenaz negativa a gozar, ocupan el centro de la vida psíquica de la histérica.

Histerizar es erotizar una  expresión humana, la que fuere, aunque en sí misma no sea de contenido sexual.

 

 

¿Cómo es la sexualidad en la histeria?

 

No es en absoluto una sexualidad genital, sino un simulacro más cercano a los tocamientos masturbatorios y los juegos sexuales infantiles que a un intento real de concretar una verdadera relación sexual.

La histérica se empeña en el deseo inconsciente, de la no realización del acto sexual y por consiguiente en el deseo de permanecer insatisfecha.

 

 

¿Cuál es la causa de la histeria?  y ¿Cuál es el mecanismo por el que se forma un síntoma histérico?

 

Lo que enferma a una histérica, no es tanto la huella psíquica del trauma, como el hecho de que esta huella bajo presión de la represión, esta sobrecargada de un exceso de afecto.

Un ataque histérico, es una acción, es un medio para la reproducción de placer, así tienen ataques de sueño aquellos enfermos a quienes se les aporto algo sexual estando ellos dormidos, se vuelven a dormir para vivenciar lo mismo y a menudo provocan con ello el desmayo histérico, el ataque de vértigo, el espasmo de llanto, todo ello cuenta con el otro (con la presencia de otro), pero las más de las veces con aquel otro prehistórico inolvidable a quien ninguno posterior iguala ya. 

 

Por Conversión, entendemos, desde el punto de vista económico, como la transformación de un exceso constante de energía  que pasa del estado psíquico (mental) al estado somático (sufrimiento corporal).

Los síntomas de conversión, han de ser tenidos como equivalentes corporales de satisfacciones masturbatorias infantiles, la conversión no es una buena solución, pero es una de las salidas al exceso de tensión sexual.

La escucha e intervención del analista funciona como un yo simbólico, que integra y disipa lo que la histérica reprime y concentra, de este modo el sujeto se cura de lo inconciliable y el síntoma de conversión podrá desaparecer.

La histeria plantea un enigma contradictorio, que se manifiesta por una pareja de opuestos; por un lado una necesidad sexual excesiva y por otro una repulsión exagerada de la sexualidad.

El vaginismo o la frigidez son trastornos característicos de la vida sexual de la histérica, que expresa la angustia inconsciente de dejarse penetrar por un hombre.

La histérica se ofrece pero no se entrega, puede tener relaciones sexuales orgásmicas (de clítoris y/o vaginales) sin por ello comprometer su ser de mujer, al rehusar entregarse (entrega solo el cuerpo) queda otra vez en la insatisfacción, no en el registro de lo sexual, sino que se extiende al conjunto de su vida. Sin embargo a pesar del dolor, por ejemplo a través de episodios depresivos, la histérica se empeña en la insatisfacción ya que esta le garantiza la protección contra un goce, que ella percibe como un riesgo de desintegración y locura.

La histérica puede ofrecerse al orgasmo, pero no se entrega al goce de lo abierto, de lo oceánico, al estado de nirvana (pequeña muerte), su entrega es en lo corporal no en lo psíquico.     

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